Diez de marzo.
Hace exactamente un año que todo es distinto. Hace exactamente un año que mi vida se partió en dos, donde una parte de mí se fue contigo y la otra quedó acá, sanando de a poco y aprendiendo día a día a vivir con este dolor.
Cuánto duele el paso del tiempo cuando ya no tiene el mismo gusto de antes. Cuánto duele saber que nunca más te voy a ver y tener que entender que la única forma de escuchar tu voz es en esos sueños en que apareces y de los que no me quiero despertar. Me gustaría saber si algún día de llorar tanto esta sensación finalmente se va, si el vacío del pecho se puede volver a llenar.
Un año duro sin duda pero que, a pesar de dolerme, lo que más me impresiona de todo esto es que estando lejos te siento más cerca que nunca. Será locura, será autoconvencimiento, será verdad. Sea lo que sea te siento conmigo en todo momento y eso es lo único que me da fuerza esos días en los que caigo en la realidad.
Porque hace un año te fuiste pero también hace un año estas acá. Estás en ese cuadro tan lindo que pintaste y que llena de colores mi cuarto, en la carta que tengo arriba de mi escritorio acompañándome en los días más largos de trabajo y en cada foto juntas de esas que no se pueden publicar. Pero también estás en cada decisión, en cada sonrisa y en todas esas veces en que parece que nada funciona y, sin entender cómo, todo termina encontrando su lugar.
En un año mi vida se dio vuelta por completo, me tocó crecer de repente y fueron demasiadas cosas para procesar. Cuando me animo a contar lo que fue mi 2019 la gente no lo entiende, porque ¿de dónde carajo se saca la fuerza cuando todo parece salir mal?
Y ahí es cuando me doy cuenta de que capaz no te conocen, de que seguramente no tienen idea lo mágica que sos y de que no saben que Fefita vino a este mundo a enseñarnos a los demás
“Amanece que no es poco”, cuánta razón tenías. Quien pudiera ser tan positiva, tener ya de tan chica la sabiduría para entender que tenemos que ser agradecidos por el simple hecho de estar acá. Y hoy es eso mismo lo que hago, valorar el privilegio de tener todos los días mil razones para levantarme. No hay mejor frase que te defina y no existe mejor enseñanza que nos pudieras dejar. Sin tenerte físicamente sigo aprendiendo de vos y así voy encontrando de a poco mi camino en este lugar.
En unos días voy a dar el paso más importante de mi carrera y la realidad es que hay una sola razón por la que me animo a hacerlo: porque sé que venís conmigo y porque a donde sea que vaya vas a ser mi hogar. Gracias por hacerme tan fuerte, gracias por acompañarme tanto y gracias por haberme transmitido toda esta valentía para poder hoy estar acá.
Te extraño como el primer día. Te pienso en cada momento. Te llevo conmigo siempre.
Lejos o cerca, pero para toda la vida.