A pesar de estar totalmente en contra de todas las formas en las que el machismo se expresa en nuestra sociedad, la realidad es que hasta ahora siempre me costó identificarme verdaderamente con el feminismo. No porque no crea en su lucha, sino que porque en muchísimas ocasiones vi como bajo este movimiento decenas de mujeres, amigas y conocidas criticaban decisiones, creencias y estilos de vida de esas mismas mujeres a las que dicen defender.
Pero hace unos días pensando en esto entendí que, si quiero visibilizar este problema, tengo que usar mi voz para hablar (desde un lugar siempre pacífico), sobre un lado poco visible de esta lucha. En otras palabras, sobre cómo es ser parte pero tener que hacerlo desde afuera.
En mi caso, no soy católica pero tengo muchas amigas que lo son y que desde la Iglesia han ayudado a muchísimas más personas que las que solo se sientan a señalar y criticar. Estoy lejos de pensar que las mujeres tengan que tener hijos si no lo desean pero tuve que soportar más de una crítica cuando confesé que ser madre era lo que más quería para mi vida. Tampoco creo que las niñas tengan que jugar con muñecas pero no creo que esté mal si cuando se les da la oportunidad de elegir optan por hacerlo; de la misma forma que es igual de válido si eligen una pelota de fútbol.
Algunos definen este tipo de críticas como “hembrismo”, una corriente que muchas mujeres rechazan por ser extremista. Pero la realidad es que estas mismas opiniones sobre el estilo de vida que decidimos llevar algunas las he escuchado también de otras mujeres de mi entorno, que poco tienen de feministas radicales.
Yo también admiro profundamente a todas esas mujeres que dedicaron su vida para que otras como yo hoy podamos votar, elegir cómo nos vestimos y acercarnos cada vez más a todos esos derechos que debimos tener desde un principio. Creo en lo importante de ser mujeres fuertes, luchadoras e independientes y es por eso que todos los días a mi manera y desde mi lugar trabajo para serlo y darle ese espacio a las demás.
A mi también me molestan las situaciones en las que termino evitando vestirme de tal forma para evitar un comentario. También tuve que soportar que alguien decidiera que mi éxito laboral venía de una relación amorosa que yo nunca tuve. Al igual que la mayoría, estoy totalmente en contra de la violencia en cualquiera de sus formas y tengo claro que no todas las mujeres tienen las mismas herramientas o fuerza que yo frente a situaciones en las que se debate entre su vida y su muerte. Es por todas esas cosas que no dudo ni un segundo de lo identificada que me siento con el verdadero origen de esta lucha y de lo orgullosa que estoy de ser la mujer que soy.
Por eso es que creo que este movimiento no tiene que ni puede ser solo de algunas mujeres. Seguir por esa línea es generar en otras eso que se le critica al machismo.
Ni contra la iglesia, ni contra las mujeres que pudiendo elegir deciden ser más “Susanitas” ni en contra de los hombres. El verdadero feminismo es en contra de las imposiciones sociales de lo que tiene que ser una mujer, contra la violencia ejercida a mujeres en cualquiera de sus formas y contra todas esas cosas que de algún modo no nos dejan ser o nos ponen en situación de desigualdad. El verdadero feminismo no discrimina entre el estilo de vida que elige llevar cada mujer, sino que celebra el hecho de que pueda elegirlo y busca ir cada día a más.
Este 8 de marzo me gustaría poder marchar contra todas esas injusticias, violencia y presiones que sufrimos las mujeres. Pero la verdad es que no es tan fácil hacerlo cuando a tu alrededor (además de todas esas cosas por las que se lucha en un principio) se señalan decisiones, instituciones y formas de pensar que, sin molestar a nadie, son las que eligen otras mujeres a la hora de llevar su vida. Y en gran parte, también son las que elijo yo.
Además de luchar por nuestros derechos, luchemos desde nuestro lugar por un feminismo real: un feminismo que de verdad respete y represente la forma de pensar de todas.
No se trata de una crítica, sino que de una invitación a mejorar eso que de alguna forma no deja que este sea un movimiento incluya a todas las personas que debería.
De esa forma es que vamos a poder ser realmente cada vez más libres.