Escribo cuando lloro y también cuando desbordo de felicidad. Lloro más seguido de lo que me gustaría por impotencia, pero lloro todavía más fuerte por las grandes alegrías. Me estanco a diario y salgo de absolutamente todo. Me levanto y sigo pero confieso que no sé olvidar. Disfruto de esa inquietud que me lleva a …
